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son nuevelos pajaros

 

Texto de Carmen Crespo en la presentación del libro

Carmen Crespo escribe sobre el libro Son nueve, los pájaros, de Tere Irastortza (recientemente publicado por Olifante, Zaragoza). Crespo presentó el libro de Tere Irastortza en la librería Enclave de Madrid, con las palabras que siguen.

sin duda, vida

(algunas palabras al vuelo sobre Son nueve, los pájaros de Tere Irastortza)

un pájaro busca cielo, y en su vacío lo vuela, velándolo dice Tere Irastortza al inicio de este Son nueve, los pájaros y pienso irremisiblemente en Dante cuando en su Comedia Divina escribe volar mi vuelo y navegar mi estela y pienso de nuevo en esos vuelos de Tere y Dante, vuelos que buscan cielos o estelas, vacíos donde más que el velar el (des)velar
vuelo que vuela y cuida lo que ha de surgir, lo aún ausente o no presente pero que finalmente se habrá de dar

y yo me pregunto -porque estos nueve pájaros nos interpelan y nos incitan continuamente a preguntar/preguntarnos- si ese cielo velado y volado por el pájaro no es más que paraje donde se da lo que nos turba o conmociona pero que aún no ha traspasado la linde, el cerco que lo separa de lo humano paraje que desvelado deviene palabra la que nombraría lo ausente lo que fue y lo que somos

con la palabra -entonces -lugar donde ser acogido

horizontes urdiéndose imperfecciones ignorancias secreteándose y abriéndose paso tratando de adherirse a cuanto no hemos vivido

palabras centelleos venidos de múltiples lugares y voces anunciaciones de lo escrito/pensado a vista de pájaro la belleza del don de la escritura del regalo de  la lectura

y en esos cielos la mano de Tere mano que se nos da espacios abiertos por donde transitar e indagar la vida escruta la vida y escríbela   -nos dice

fluir para ser dirigirse a otros lugares donde poder ser  como esos ríos que crecen al arrimarse a otros -ya lo dice Tere, un río me arrima a otro río ríos que arrastran palabras desde otras aguas y las depositan a nuestras orillas palabras llegadas de lejos hasta vaciarse en nuestra lengua o arraigos humus o mantillo alimentando lo filial o lo intestino la huella de lo original que nos trasciende

el ojo de Tere Irastortza vertebrado en lo proteico humano lo que acaece/nos acaece lo que nos concierne frente a lo que atrofia ojo que atraviesa la escritura vuelo liberador a través de la gracia y el recogimiento del pájaro

mirada que no agota pujanza obstinada en descubrirnos lo que se nos escapa no llenar ausencias sino desvelarlas a modo de los espejos de Quignard donde la imagen dentro de la imagen ve lo ausente

quebrantar entonces el andamiaje del pensamiento trasponer los márgenes de su pulsión dejarse relumbrar ser devorados por su luz

son pájaros, nueve y son testigos de la mirada de Tere Irastortza mirada que nos apela y nos exhorta a desear algo más que lo que se nos da

Carmen Crespo

carmen crespo 

en Madrid, a 27 de septiembre de 2023

(Texto de presentación del libro de Tere Irastortza Son nueve, los pájaros)

CARMEN CRESPO (1962,Cáceres,España).Suvidalaboralsedesarrollaenlasanidad pública. Ha publicado hasta ahora los siguientes libros: Tal vez huésped (ganador de la “II edición del premio de poesía Bal Hotel”); Cuerpo o el corazón del mundo todavía (plaquette); Puro hueco, plaquette con obra gráfica del artista Manuel Ayllón; Todo ardió luminoso; Teselas (ganador de la “XIII edición del Premio Internacional de Poesía César Simón”, 2016); pájaros, caballos; lana (2019); en sí ni un solo momento (ganador en 2020 de la “XXXI edición del Premio Nacional de Poesía José Hierro”) y roma (2021) y lugar, no territorio (2023). Publicaciones en revistas: Cuadernos del matemático, Revista de creación literaria Pangea, Tres en suma, Obituario, Fogal, 21veintúnversos.

https://www.instagram.com/carmencrespot/?hl=es

 

Gracias a la editora de Olifante, Trinidad Ruiz Marcellán, por permitirnos reproducir uno de los textos de Son nueve, los pájaros, de Tere Irastortza Garmedia.

Tere Irastortza Garmendia (Zaldibia 1961) inició su andadura literaria publicando en 1961 su primer libro Gabeziak, por el que recibió el Premio a la Crítica de poesía en euskera en 1980. En su posterior obra poética ha recibido también en 2003 el Premio a la Crítica de poesía en euskera, con su obra Glosak, esana zetorrenaz. Ha publicado once libros de poesía y ha participado y participa en diversas antologías y revistas. Olifante ha publicado en 2021 la edición bilingüe traducida por la autora de su último libro de poesía Llenabais el Mundo. Mundua betetzen zenuten.

 

FRAGMENTO DE SON NUEVE, LOS PÁJAROS

Por Tere Irastortza

A la experiencia del nacimiento la llamó Lou Andreas Salomé soledad del cuerpo.

El nacimiento es la primera experiencia vital humana, en el momento mismo, en el que la madre pare y se parte – erditu-. No sé si hemos acertado a transmitir nuestra lectura personal de ese parto o alumbramiento que nos parte. Partimos de ello, pues alguien se partió y nos parió. Parir es, pues, partirse y el lugar desde el que partir. Partamos, que vivir es renacer.

Cuerpo a quien nadie acaricia, pura carencia: primero improcedente y luego incompartible e incompatible.

Pero, tú, eres mientras fluyes; has sido dada, y como tal plena y completa; y por haber sido dada, eres y perteneces a un lugar del que fluyes, incluso cuando huyes.

Fluido, nato, dotado: duradero. O jarioan, jaioa, iaioa: luzarorako.

Ver parir debe de ser algo imponente; parir es, ya, un poderoso padecer.

No toda la energía que desarrolla el cuerpo es sexual, pero sí es material. Escribirlo no es insignificante, significando dignifica.

Las figuras geométricas primero marcan lindes, como esos aniversarios que limitan el camino para someter la libertad.

Anoto: Acabo de leer que Goya escribió: “¿Dónde encuentran líneas en la naturaleza esos maestros amanerados? Yo no distingo más que cuerpos luminosos y cuerpos obscuros; planos que avanzan y planos que se alejan; relieves y concavidades”.

Sal, de la mejor, la de las palabras que sanan por el mero hecho de ser dichas. Otras precisan de un silencio largo y secreto por haber vivido torpemente. Con todas esas palabras me encontré en el libro de poemas Hitzak orbainetan, o “Palabras sobre cicatrices” de Karmele Igartua Bengoa.

La palma fue tal vez el primer semillero que retuvo frutos comestibles. En la tuya, acogiste una caracola marina, traída por el embate de un mar fatigado, para que alguien luego la guardara por ti.

Quién sabe si habremos conseguido o habremos recibido lo que no era innato; el dilema entre ofrecerse a la vida o en demandarla.

Pensamos que no sabemos nada hasta que ocurre, pero, luego, en cuanto queda escrito, pienso que lo que sabemos es lo que puede suceder.

La libertad de la hoja en blanco, la obstinación de la hoja escrita. La hoja garabateada reclama que decidamos dejarla tal como está o borrarla: borrarla o arrancarla.

La hoja en blanco, desafiante, invita a la pluma.

Vaciarse y escribir para sentirse colmada.

La primera línea es línea de defensa, pero los de siempre están alineados en la segunda; y la mayoría, en la tercera o en la cuarta. La mayoría prefiere destacar que no está alineada, para no destacarse.

Quienes se quedan mirando, imaginan que desaparecen en el acto: mirar como no estar; como si se pudiera vivir sin estar presentes, sin saber del propio deseo.

Todo reposa en esa mirada, y en ella me siento entera y en origen.

La imagen surge en la mirada; la metáfora en la mente. Hace algún tiempo, en la década de los ochenta, me sorprendió el libro Metáforas de la vida cotidiana de Lakoff y Johnson, y durante muchos años he ido comprendiendo cómo el ser humano antropomorfiza la realidad, porque se siente la medida de todo. Con la imagen del cuerpo el idioma concibe, nombrándolo, lo aparentemente inerte y lo emergente (montes, caminos, ríos, plantas).

El ser humano, no sé si por distinguirse de la naturaleza o por personalizarla, se ha dejado guiar por la corriente del léxico para construir un mundo habitable en las palabras, urdiéndolo en el envés de las palabras comunes referidas a la naturaleza; con lo secreto y el tabú.

Las palabras construyen el mundo y lo hacen habitable primero, y luego, cultivándolo, lo naturalizan. Y, de ese modo, el mismo léxico que nombra, describe, guarda y cubre el cuerpo es el que nombra a la sociedad y determina la realidad social. Y, del mismo modo, ese mundo antropomorfo que nos devuelve la sociedad ata o rompe o libera nuestro modo de mirar al cuerpo.

Fragmento del libro Son nueve, los pájaros, de Tere Irastortza Garmendia

(Olifante, Zaragoza, 2023, pp 15-17)

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